Adam se volvió hacia ella, con los ojos llenos de lágrimas: «Creo que tienes razón, Nat. Quizá… quizá haya un niño ahí fuera que nos necesite tanto como nosotros a él. Adam la abrazó con fuerza y sus lágrimas se mezclaron con las de ella. «Encontraremos a nuestro hijo, Nat. Lo encontraremos y le daremos todo el amor que se merece»
Con un propósito renovado, se sumergieron en el proceso de adopción. La montaña de papeleo, los interminables formularios y los innumerables seminarios eran desalentadores, pero cada paso les acercaba más a su sueño.