Una tarde, mientras Eva hacía dibujos en la mesa de la cocina, le enseñó a Natalie el dibujo de un hombre moreno de rostro amable. «Mi papá», dijo en voz baja. A Natalie se le encogió el corazón al mirar el dibujo y darse cuenta de que Eva tenía recuerdos de su padre, un hombre que, según la agencia, había muerto hacía unos años. A medida que Eva contaba más y más historias sobre su vida, la frustración de Natalie y Adam crecía sin remedio y la pareja decidió ponerse en contacto con la agencia de adopción.
Natalie y Adam esperaron ansiosos mientras sonaba el teléfono. Finalmente, una voz al otro lado contestó y Natalie trató de templar su voz temblorosa. «Necesitamos más información sobre los antecedentes de Eva», dijo. «Nos ha contado cosas que no coinciden con lo que nos dijeron sus representantes de adopción»