El vínculo entre Eva y sus nuevos padres se hizo más fuerte y los Smith empezaron a sentirse como una verdadera familia. Pero a medida que Eva mejoraba su inglés, empezó a contar historias sobre su vida en Uganda que dejaron descolocados a Natalie y Adam.
Al principio, Eva utilizaba palabras y gestos sencillos para comunicarse. Señalaba el dibujo de una casa y decía: «Home», o abrazaba con fuerza a su osito de peluche y susurraba: «Mama» Estos momentos fueron desgarradores para Natalie y Adam, que consolaron a su hija lo mejor que pudieron.