Las bengalas iluminaron el helado páramo y su luz atravesó las pesadas nubes. Peter y el Dr. Yakub esperaban tensos, mientras los minutos se convertían en horas. Entonces, débilmente al principio, el inconfundible sonido de los helicópteros rompió el silencio, haciéndose más fuerte a cada segundo que pasaba.
El equipo de rescate no tardó en llegar y descendió sobre la nave con gran eficacia. El Dr. Yakub abrazó fuertemente a Peter, con lágrimas en los ojos. «Me has salvado la vida», susurró. «Pensé que moriría aquí, olvidado» Peter no dijo nada y se limitó a darle unas palmaditas en la espalda, para tranquilizarle.