A cada paso, el frío parecía aumentar y el inquietante silencio de la nave se volvía opresivo. Pero Peter seguía adelante, con la determinación inquebrantable. La promesa de obtener respuestas -y la oportunidad de recuperar el control de su situación- le impulsó a seguir adelante, hacia el corazón de los secretos del barco, ocultos durante tanto tiempo.
El camino hacia la sala de máquinas era un laberinto de pasillos sombríos y cámaras silenciosas. El haz de luz de la linterna de Peter atravesó la sofocante oscuridad, iluminando las paredes cubiertas de escarcha y la maquinaria olvidada. Cada crujido del suelo y cada gemido de la nave le hacían dar un respingo, y el opresivo silencio amplificaba su inquietud.