Sin embargo, no podían disfrutar plenamente de este tiempo juntos, ya que una nube de incertidumbre se cernía sobre ellos. Chris podía ser llamado a una misión en cualquier momento, lo que podría significar perderse el nacimiento de su hija, una idea que parecía tan imposible como desgarradora. Por eso, cada vez que sonaba el teléfono, la pareja esperaba ansiosa un mensaje del ejército.
Una mañana, por fin sonó el teléfono. Natasha contuvo la respiración mientras veía a Chris responder a la llamada. Ahora sabría cuándo estaba programada su próxima misión. Fue una conversación breve y no supo si las noticias eran buenas o malas. Cuando él colgó el teléfono, ella preguntó nerviosa: «¿Y bien?»