Mientras tanto, Natasha, ajena al creciente peligro al que se enfrentaba su marido, seguía lidiando con su propio secreto en casa. Los retos paralelos a los que se enfrentaba la pareja sólo servían para acentuar la creciente ruptura entre ellos y los inmensos obstáculos que tendrían que superar para mantener su relación.
Viviendo en la incertidumbre sobre el destino de su marido, Natasha se enfrentaba al desalentador reto de llegar a fin de mes. Hacer malabarismos con dos trabajos mientras cuidaba de sus tres hijos le dejaba poco tiempo para sí misma. Las largas horas de trabajo y el estrés constante le pasaban factura, tanto mental como físicamente.